domingo, 26 de octubre de 2014

Un día de lectura. Dedicado a José Luis Pueyo.

1.- Un día de lectura comienza "leyendo" el reloj, en él podemos ver entre legañas, bostezos y estiramientos qué día es hoy.
2.- Ya he aterrizado y me dispongo a darme una ducha que me ayude a despejarme definitivamente y hoy me fijo en cuanto podría leer en el cuarto de baño. El colutorio es lo primero que me invita a la lectura. Pero también está la caja del secador del pelo y mis lecturas propiamente dichas...
3.- Voy a vestirme y a desayunar, el calendario y sus notas me recuerdan lo que no debo olvidar durante la semana.
4.- Recojo mis cosas y me despido de mi esposa, miro a los chicos que aún duermen y me dispongo a emprender la jornada. Hoy tengo que preparar fotocopias para mis alumnos y alumnas... me voy en coche pues hoy hay ccp y saldremos más tarde. Los rótulos de la autopista me recuerdan dónde debo abandonarla.
5.- Llego al instituto.
Hay huelga convocada como puedo leer en un pasquín de la entrada.
6.- Por si no había quedado claro, tablón de anuncios, apostamos por la educación pública.
7.- Después de los saludos a los escasos moradores del instituto a tan temprana hora, enciendo el ordenador que educadamente me pide mis claves de acceso.
Preparo mis fotocopias y ¡a comenzar! 8.- ...llegó el recreo. Un ratito para leer el periódico.
9.- Acabaron las clases. Pasamos a la ccp y hay mucho que leer, sin duda. Pero prefiero dejar constancia de mi lectura durante la comida, el semanal de El País.
Un reportaje sobre Annie Lennox merece mi atención. Decido poner mi viejo vinilo de Eurythmics para ambientar.
10.- ¡A buscar a los chicos! Momento deberes en la biblioteca del instituto del barrio.
El tablón de anuncios rebosa de información. 11.- Vuelta a casa. Hay carteles conminatorios...
...informativos...
12.- Un buen rato en la el jardín de la urba, mientras los chicos se expansionan. 13.- Momento cena, baño, y... lo mejor de la jornada. Justo al final es mi momento de lectura, esta vez propiamente dicho.
No me vence el sueño porque las cuitas de Harry Quebert me tienen enganchado.
14.- ¡A dormir! Mañana me espera otro día bien entretenido. ¡Como dice mi buen amigo José Luis, nunca me aburro!

viernes, 19 de abril de 2013

Educa si puedes

Video reivindicativo que hemos realizado en el instituto contra los recortes en educación.

miércoles, 10 de abril de 2013

El hombre bueno.

Nos ha dejado el escritor que destilaba vida en cada página ("El tiempo no es oro. El tiempo es vida"). El profesor, que ya jubilado, llenaba los salones de actos de cuantas Facultades visitaba (y era ineludiblemente ovacionado al final de sus intervenciones). El vividor que nos enseñó a morir ("Por favor, preparadme un Campari". Se tomó el granizado de Campari y dijo "Ya me encuentro mucho mejor". Se durmió y se murió al poco rato). El economista que renunció a hacer más ricos a los ricos e intentó hacer menos pobres a los pobres. El humanista al que no le era ajeno nada de lo humano. Nos ha dejado, como lo describieron ayer muy acertadamente, el Hombre Bueno. La mejor definición de José Luis Sampedro, porque es, como él, la más sencilla. Nos ha dejado alguien que nos ayuda a entender a los políticos actuales: "Usted gobierna porque por la razón que sea tiene el poder, y porque a mí no me conviene hacer una revolución sangrienta. Pero no cuente con mi adhesión, con mi simpatía ni con mi respeto. Y ya está.". J. L. Sampedro entró en mi vida porque me lo trajo mi mujer en forma de libro: "La sonrisa etrusca". No recuerdo haberme emocionado tanto con un libro. Es más si solo pudiera salvar un libro de mi biblioteca, salvaría ese gastado ejemplar, que además lleva estampado el nombre de mi esposa, precisamente lo salvaría para dárselo a ella, pues ella, mejor que nadie, es y representa en forma de persona todo lo que esa obra es y significa para mí. Luego vinieron "Octubre, octubre", "La vieja sirena", "El amante lesbiano"..... Buen viaje, Hombre Bueno. Esperamos reunirnos contigo algún día.